Comida sana para el otoño
Ssssch...Todo empieza a calmarse. El cambio de horario de este fin de semana, nos permitió disfrutar una hora más de la parranda del sábado, pero el domingo la melancolía se adueñó de todos al ver que para las 5 de la tarde el cielo oscurece y los días son más cortos. Después de las actividades al aire libre, de la luz brillante del verano (Yang), de la energía desplegada hacia el exterior, el Otoño nos trae la luz blanca del oeste y nos invita a caminar de retorno hacia dentro, preparándonos para la etapa más interna del ciclo anual, el Ying del invierno.
Aunque la vuelta al trabajo o a los estudios siempre supone un bajón moral para casi todo el mundo, ya que se terminan los placeres del ocio vacacional, muchas personas unen a este decaimiento totalmente normal, otro tipo de síntomas generados por el cambio de estación. Se estima que un 30% de la población sufre la denominada 'depresión de otoño'. ¿Sabías que la alimentación es clave para superarla?
El cambio de estación es el causante de una tristeza propia del otoño que se califica como depresión otoñal o, según la terminología de otros expertos, síndrome afectivo estacional. Las modificaciones de los ritmos vitales derivadas de la reducción de horas de luz y de la llegada del frío son el origen de este trastorno psicológico que afecta sobre todo a mujeres entre 25 y 45 años.
Los síntomas más frecuentes suelen ser la desmotivación, la sensación de tristeza y la reducción de las habituales energías. Estos síntomas, que no son alarmantes y que irán desapareciendo conforme el organismo se adapte la nueva situación estacional, pueden agravarse con problemas de concentración, alteraciones en el sueño, irritabilidad, desórdenes alimenticios, disminución de la libido, entre otras manifestaciones.
Los psiquiatras incluyen esta tristeza de otoño dentro del grupo de las depresiones endógenas. Bajo esta denominación se hace referencia a que el trastorno psicológico no tiene un motivo desencadenante de los síntomas, ni en la vida del paciente ni en sus factores genéticos.
La causa se encuentra en nosotros mismos y nuestro organismo: dependiendo de la luz solar existente, el cerebro envía órdenes a ciertas hormonas, sobre todo la melatonina, que se encargan de regular el sueño, la temperatura corporal o la sensación de hambre. La producción de la melatonina es mayor con la reducción de horas de luz, y a la vez disminuye la cantidad de serotonina, otra hormona que tiene que ver con el estado de ánimo.
Se ha comprobado que la melatonina alta provoca una reducción de serotonina. Eso explicaría el bajón anímico que supone el otoño para cualquier persona. El problema se puede agravar si el paciente tiene tendencia a sufrir depresión, ya que la simple reducción de horas de sol será el desencadenante natural de un nuevo proceso depresivo.
La alimentación: pieza clave
La baja temperatura corporal que provoca un nivel alto de melatonina hace que muchas personas que padecen depresión otoñal tiendan a comer demasiados alimentos con alto contenido calórico. Si a esta circunstancia le añadimos la ansiedad que genera la tristeza y la desmotivación propia de esta patología, podemos encontrar casos de serios trastornos alimenticios (subida de peso, malas digestiones, empachos...).
En otros casos, un estado anímico bajo provoca pérdida de apetito en el paciente, con lo que éste no podrá elevar sus ya de por sí mermadas energías. Los expertos consideran clave una buena alimentación, sana, ordenada y equilibrada, para pasar el bache anímico que supone la llegada del otoño.
El hierro, presente en las legumbres, los cereales, la carne y las verduras, es un mineral básico para fortalecer el organismo, por eso no debe faltar nunca, y especialmente en otoño. Las vitaminas y minerales han de estar presentes en la alimentación, por eso no deben escasear buenas provisiones de verduras, frutas, cereales y productos de origen animal. La vitamina C, además, es vital para no caer en los típicos catarros.
Los frutos secos, que se encuentran en el mercado en gran variedad precisamente en esta época, son fundamentales para aumentar de manera saludable nuestras reservas energéticas. No debemos olvidarnos de las proteínas y los hidratos de carbono, los mejores carburantes para nuestro cuerpo.
Tampoco olvides tomar un desayuno completo antes de comenzar el día. Te ayudará a renovar tus energías: zumo de naranja (vitamina C), fruta (vitaminas y minerales), cereales o tostadas (hidratos de carbono y minerales) y café con leche (el café te despejará y la leche te suministrará proteínas y calcio).
Aparte de una dieta adecuada, los expertos recomiendan no dejarse llevar por esa sensación de decaimiento y tristeza. Llevar una vida activa y encontrar nuevos puntos de motivación personal pueden ser claves para sobrellevar los nuevos hábitos y costumbres que llegan con el otoño.
Aunque la vuelta al trabajo o a los estudios siempre supone un bajón moral para casi todo el mundo, ya que se terminan los placeres del ocio vacacional, muchas personas unen a este decaimiento totalmente normal, otro tipo de síntomas generados por el cambio de estación. Se estima que un 30% de la población sufre la denominada 'depresión de otoño'. ¿Sabías que la alimentación es clave para superarla?
El cambio de estación es el causante de una tristeza propia del otoño que se califica como depresión otoñal o, según la terminología de otros expertos, síndrome afectivo estacional. Las modificaciones de los ritmos vitales derivadas de la reducción de horas de luz y de la llegada del frío son el origen de este trastorno psicológico que afecta sobre todo a mujeres entre 25 y 45 años.
Los síntomas más frecuentes suelen ser la desmotivación, la sensación de tristeza y la reducción de las habituales energías. Estos síntomas, que no son alarmantes y que irán desapareciendo conforme el organismo se adapte la nueva situación estacional, pueden agravarse con problemas de concentración, alteraciones en el sueño, irritabilidad, desórdenes alimenticios, disminución de la libido, entre otras manifestaciones.
Los psiquiatras incluyen esta tristeza de otoño dentro del grupo de las depresiones endógenas. Bajo esta denominación se hace referencia a que el trastorno psicológico no tiene un motivo desencadenante de los síntomas, ni en la vida del paciente ni en sus factores genéticos.
La causa se encuentra en nosotros mismos y nuestro organismo: dependiendo de la luz solar existente, el cerebro envía órdenes a ciertas hormonas, sobre todo la melatonina, que se encargan de regular el sueño, la temperatura corporal o la sensación de hambre. La producción de la melatonina es mayor con la reducción de horas de luz, y a la vez disminuye la cantidad de serotonina, otra hormona que tiene que ver con el estado de ánimo.
Se ha comprobado que la melatonina alta provoca una reducción de serotonina. Eso explicaría el bajón anímico que supone el otoño para cualquier persona. El problema se puede agravar si el paciente tiene tendencia a sufrir depresión, ya que la simple reducción de horas de sol será el desencadenante natural de un nuevo proceso depresivo.
La alimentación: pieza clave
La baja temperatura corporal que provoca un nivel alto de melatonina hace que muchas personas que padecen depresión otoñal tiendan a comer demasiados alimentos con alto contenido calórico. Si a esta circunstancia le añadimos la ansiedad que genera la tristeza y la desmotivación propia de esta patología, podemos encontrar casos de serios trastornos alimenticios (subida de peso, malas digestiones, empachos...).
En otros casos, un estado anímico bajo provoca pérdida de apetito en el paciente, con lo que éste no podrá elevar sus ya de por sí mermadas energías. Los expertos consideran clave una buena alimentación, sana, ordenada y equilibrada, para pasar el bache anímico que supone la llegada del otoño.
El hierro, presente en las legumbres, los cereales, la carne y las verduras, es un mineral básico para fortalecer el organismo, por eso no debe faltar nunca, y especialmente en otoño. Las vitaminas y minerales han de estar presentes en la alimentación, por eso no deben escasear buenas provisiones de verduras, frutas, cereales y productos de origen animal. La vitamina C, además, es vital para no caer en los típicos catarros.
Los frutos secos, que se encuentran en el mercado en gran variedad precisamente en esta época, son fundamentales para aumentar de manera saludable nuestras reservas energéticas. No debemos olvidarnos de las proteínas y los hidratos de carbono, los mejores carburantes para nuestro cuerpo.
Tampoco olvides tomar un desayuno completo antes de comenzar el día. Te ayudará a renovar tus energías: zumo de naranja (vitamina C), fruta (vitaminas y minerales), cereales o tostadas (hidratos de carbono y minerales) y café con leche (el café te despejará y la leche te suministrará proteínas y calcio).
Aparte de una dieta adecuada, los expertos recomiendan no dejarse llevar por esa sensación de decaimiento y tristeza. Llevar una vida activa y encontrar nuevos puntos de motivación personal pueden ser claves para sobrellevar los nuevos hábitos y costumbres que llegan con el otoño.
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